Una de las cosas que tenemos que saber desde el principio es que cuanto más rentabilidad busquemos, más riesgo será necesario asumir.

La rentabilidad y el riesgo son dos factores íntimamente relacionados y va a ser una de las primeras cosas que vamos a tener que fijar cuando montemos nuestro plan de trabajo.

¿Qué rentabilidad espero obtener y a qué riesgo?

Lo normal cuando una persona comienza a invertir y es que lo haga con un objetivo principalmente, conseguir una rentabilidad al capital invertido. Esta rentabilidad será mayo o menor en función del riesgo que el inversor esté dispuesto a asumir.

Algo que bajo mi punto de vista hace mucho daño es la gente que habla, enseña, presume de tener estrategias con rentabilidades del 50% anual. Este tipo de estrategias existen, sí. Pero el riesgo de ruina es muy elevado.

La rentabilidad se construye en el largo plazo, no en el corto plazo. Si haces bien las cosas es muy probable que al cabo de 10 años acabes ganando más dinero que aquel que invirte con estrategias de alta rentabilidad (alto riesgo).

El dinero se hace en el largo plazo.

Cada inversor tiene un perfil de riesgo distinto, tolera el riesgo de forma distinta.

La tolerancia al riesgo viene marcada por la propia conducta del inversor y por su edad. Es normal que cuanto mayores seamos menos riesgo queramos asumir porque menos tiempo tendremos para recuperarnos de las pérdidas.

Por lo tanto es lógico que personas de menos de 40 años estén muy expuestas a los mercados de renta variable y personas de más de 55 años estén más protegidas con mayor o menor cantidad de capital invertido en renta fija.

Otro aspecto a tener en cuenta es la capacidad de ahorro y el capital disponbible del inversor.

En función del capital podremos operar una, dos, tres estrategias distintas que puedan complementarse y por lo tanto mejorar en conjunto los resultados.

A lo largo del curso veremos esto en detalle.